Queridos hermanos y hermanas:
El próximo domingo, 18 de octubre, celebraremos la Jornada Mundial de la Propagación de la Fe, el día del DOMUND, cuyo lanzamiento nacional ha tenido lugar en este año en Sevilla con actos muy notables. Una vez más, todos estamos invitados a reflexionar sobre la importancia de la acción misionera de la Iglesia. A lo largo de este mes, gracias al esfuerzo del equipo de la Delegación diocesana de Misiones, va a resonar con especial fuerza en los cuatro puntos cardinales de la Archidiócesis el mandato misionero de Jesús: “Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta los confines del mundo” (Hch 1,8).
En este Año de la Vida Consagrada, la Jornada del DOMUND tiene como protagonistas a los consagrados, pues como nos dice el papa Francisco en el mensaje que nos ha dirigido con ocasión de la Jornada Mundial de las Misiones 2015, entre la vida consagrada y la misión existe un fuerte vínculo. La dimensión misionera pertenece a la naturaleza misma de la Iglesia y, en consecuencia, es también connatural a la vida consagrada e, incluso, “imprescindible para aquellos que escuchan la voz del Espíritu que susurra `ven y ve´”. De hecho históricamente han sido los religiosos y religiosas los que han estado y siguen estando en la vanguardia de la misión ad gentes.
Ellos, escuchando la voz del Espíritu, han salido de sus países para ir a las grandes periferias de la misión y a los pueblos que todavía no conocen a Jesucristo, camino, verdad y vida de los hombres. Ellos han entendido que el seguimiento de Jesucristo tiene como exigencia la donación total de sí mismos para anunciar su Evangelio. De este modo están prestando un servicio impagable a la evangelización, servicio que sólo Dios, en su sabiduría infinita que todo lo abarca, puede calibrar en sus verdaderas dimensiones.
La misión, en la que tantas páginas gloriosas han escrito los consagrados, nos dice el Papa que es pasión por Jesús, pero al mismo tiempo, pasión por su pueblo, pues al contemplar el amor que nace del corazón traspasado de Jesús, ese amor lo extienden los misioneros a todo el pueblo de Dios y a la humanidad entera. En este sentido, los misioneros son testigos del amor y de la misericordia de Dios.
Se refiere también el Papa al quincuagésimo aniversario del Decreto conciliar Ad gentes, documento que suscitó un fuerte impulso misionero en los institutos de vida consagrada, incluyendo a las comunidades contemplativas en las que la figura de santa Teresa del Niño Jesús, patrona de las misiones, clarificó de forma extraordinaria el vínculo íntimo de la vida contemplativa con la misión. Los contemplativos y contemplativas hacen de su vida una donación de amor, una ofrenda a la Santísima Trinidad y una plegaria constante por la Iglesia, apoyando con una misteriosa fecundidad apostólica el trabajo pastoral de nuestros misioneros.
El Papa se dirige en su mensaje especialmente a los jóvenes, capaces de dar testimonios valientes y de realizar hazañas generosas. Les pide que no dejen que les roben el sueño del seguimiento de Jesús en la vida consagrada masculina o femenina, abiertos a la donación total de sí mismos en la misión ad gentes, siendo misioneros de la misericordia y servidores de la alegría del Evangelio, teniendo en cuenta que los destinatarios privilegiados del anuncio evangélico deben ser los pobres, los pequeños, los enfermos, los despreciados y olvidados, pues como nos dijera el mismo Santo Padre en la exhortación apostólica Evangelii gaudium, 48, «existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca los dejemos solos».
Siguiendo al Concilio Vaticano II (Ad gentes, 41), invita también el Papa a los laicos a implicarse en la vanguardia de la misión aunque sea por un tiempo limitado. Como a san Pablo, a todos nos urge la solicitud misionera y la pasión por el anuncio del Evangelio hasta exclamar con el apóstol: «¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio!» (1 Cor 9,16).
En las vísperas del DOMUND recuerdo con mucho afecto a los cerca de dos centenares de misioneros y misioneras sevillanos, casi todos ellos religiosos, que están en la primera línea de la misión anunciando a Jesucristo en los países del sur y que son el orgullo de nuestra Archidiócesis. Dios quiera que surjan muchas vocaciones misioneras entre nosotros. Invito a todos a rezar por las misiones, pues la oración es el alma de la pastoral misionera. Agradezco a la Delegación Diocesana de Misiones su renovado entusiasmo y su compromiso a favor de las misiones. Pido a los sacerdotes y demás responsables de la pastoral diocesana, en concreto a los profesores de Religión, catequistas y directores de la escuela católica, que hagan con todo esmero la campaña del DOMUND, sin descuidar la colecta, con la cual servimos a la evangelización y a los pobres. Somos de este modo misioneros de la misericordia.
Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla